Aunque en realidad se ha simplificado, abaratado y universalizado el uso de las centralitas telefónicas gracias a Internet, es probable que alguien que acabe de aterrizar en este mercado, buscando una solución de telefonía IP para su empresa se haya encontrado tanto con la denominación Centralita IP como Centralita Virtual. No son pocos los que confunden una con la otra, por lo que a continuación vamos a ver las diferencia que hay entre ellas.
Una centralita IP, también llamada IP-PBX (IP-Private Branch Exchange) o centralita IP local, es una centralita telefónica, es decir, un equipo que permite gestionar las llamadas de la empresa y compartir las líneas de acceso a la red pública entre varios usuarios. Sin embargo, tiene la particularidad de que utiliza la infraestructura de datos (LAN y WAN) de la empresa para realizar sus funciones. Pueden trabajar tanto con los servicios VoIP, a través de un enlace SIP-Trunk, como con las líneas convencionales de teléfono analógicas o digitales (RDSI).
Por su parte, una centralita virtual es un software, que puede estar alojado tanto en los servidores de la empresa como en la nube, que ofrece la práctica totalidad de las funciones de una centralita IP o convencional, basando su funcionamiento en la telefonía VoIP. Puede utilizarse desde teléfonos IP, ordenadores y móviles, siempre que estén conectados a Internet, y gestionar todas las comunicaciones de la empresa tanto si los usuarios están dentro como fuera de la oficina.
¿Qué diferencia hay entre ambas?
Lo cierto es que son bastante similares y realmente, la elección de una u otra dependerá de ciertas necesidades muy particulares – y poco comunes- de la empresa que sólo puedan ser cubiertas con detalles que solo tiene la IP-PBX de los que puede carecer la centralita virtual.
En este sentido, ya hemos adelantado que las centralitas IP pueden conectar tanto líneas IP como la analógicas, algo que no puede hacer una centralita virtual. Ahora bien, en esta cualidad reside también su principal desventaja, siempre será necesario apoyarse en equipos físicos, es decir, algún aparato, habitualmente un Meda-Gateway, que debemos tener o contratar para conectar ambas tecnologías y transformar las señales de teléfono a VoIP y viceversa. Bien es cierto que estos aparatos pueden estar en la propia empresa o contratarlos de forma remota a un operador o un proveedor de servicios, pero siempre será necesario que estén presentes en algún punto de la red.
Una centralita IP permite, por otra parte, utilizar tanto teléfonos SIP como softphones a la vez que teléfonos analógicos. Y si contamos con una centralita IP local, la señalización de los terminales hacia la PBX se realiza a través de la red LAN de la empresa, por lo que no es necesario tener acceso a Internet para hacerlo funcionar. Ahora bien, para poner en marcha una centralita IP nos hacen falta no sólo una elevada inversión inicial – donde se incluye además del hardware, las licencias necesarias de software – sino también afrontar costes de mantenimiento, proveedores cualificados para poner en marcha el servicio por el fabricante y personal especializado.
Por otra parte, las centralitas virtuales tienen la enorme ventaja de que no es necesario comprar aparatos o desarrollar ningún proyecto de infraestructura. Ofrecen prácticamente las mismas funcionales a un coste infinitamente menor – incluso, como en el caso de Zadarma, hay opciones gratuitas -. Sólo es necesario contar con un aparato con conexión a Internet para utilizarlas. Este es, por otra parte, su único punto débil ya que sin conexión a Internet no es posible utilizarlas y, aunque con la tecnología WebRTC ya se consigue la misma calidad en las llamadas que con las IP-PBX, dependiendo de la cobertura o el ancho de banda, pueden aparecer ciertos problemas como también ocurre con servicios de VoIP a nivel de usuario.
¿Cuál es la más adecuada para cada empresa?
Bien es cierto que la elección entre una y otra depende de las necesidades que tenga cada empresa. Podemos afirmar que el 99% de los proyectos de telefonía IP pueden funcionar con todas las garantías en una centralita virtual sin necesidad de recurrir a una centralita IP.
Casos muy concretos que podrían necesitar de una centralita IP local pueden ser la necesidad de mantener el sistema de telefonía funcionando, aunque sea con la red analógica, almacenar las grabaciones de las llamadas en un servidor local – algo que, por otra parte, si no es por imperativo legal no tiene mucho sentido -, o que se quiera mantener un control interno de la gestión de la centralita por el equipo de IT de la empresa.
Ahora bien, son casos tan concretos y, en la práctica, poco comunes o, directamente, útiles que actualmente, la inmensa mayoría de las empresas optan por la flexibilidad, las capacidades y, sobre todo, los infinitos menores costes que ofrecen las soluciones de centralitas virtuales en la nube.